27/8/09

CAÍDA Y AUGE DE JENARO JIMÉNEZ

Con esa idea demencial en la cabeza, Perrin decide un buen día dar el gran paso: Simplemente desaparecer sin dejar el menor rastro. En un gesto simbólico de una desnudez poética inesperada tratándose de un oscuro hombre de empresa, Perrin acude a una playa solitaria y, una vez allí, tras abandonar sus ropas junto a la orilla, emprende un viaje, que le llevará muy lejos, tanto geográfica como filosóficamente, de su vida anterior.

Caída y auge de Reginald Perrin”

Jenaro Jiménez decidió también un buen día dar el gran paso: Desaparecer sin dejar el menor rastro. Planificó meticulosamente su huida. Se hizo de documentación falsa, acumuló una cantidad suficiente de dinero, compró billetes de avión, adquirió una bicicleta, que ocultó en el maletero del coche, y se puso en marcha.

El domingo por la mañana salió de casa rumbo a la playas de Tarifa. Le había dicho a su mujer, Anabel, que daría a luz en un par de semanas, que ese día lo pasaría pescando y que no volvería para el almuerzo. Nada fuera de lo normal. Este tipo de incursiones las realizaba de forma habitual. Desde Cádiz condujo mas de cien kilómetros hasta llegar a su destino. Aparcó el vehículo en Atlanterra y se dispuso a poner en práctica el plan que tanto tiempo le había llevado urdir. Sacó la bicicleta y una bolsa que contenía 80.000 euros y algo de ropa. Dejó el coche abierto, subió en su bici y se alejó pedaleando. De esta manera y arrastrando sus buenos 90 kilos de peso llegó a Gibraltar, donde tomó un avión con destino a Londres. En el aeropuerto de Heathrow se embarcó en un nuevo avión rumbo a Sao Paulo y de allí nuevamente se dirigió hacia Asunción, la capital de Paraguay.

Obviamente, doce hora más tarde de su salida matutina aún no había vuelto a casa, así que la familia, preocupada por si le hubiera podido ocurrir algún percance inesperado, trató de contactar mediante el móvil que siempre llevaba consigo. Tras reiteradas llamadas, nadie cogió el teléfono. Alarmados contactaron con otros familiares y amigos para averiguar si sabían algo de Jenaro. Nadie conocía su paradero, por lo que optaron por dar aviso a la Guardia Civil y a Salvamento Marítimo, que en poco tiempo iniciaron la búsqueda del desaparecido.

También familiares y amigos se sumaron al dispositivo de rastreo. Lo único que pudieron encontrar fue el vehículo aparcado en la zona del espigón de la playa de Los Alemanes en Zahara de los Atunes, cerca de Tarifa, una zona peligrosa en la que, al parecer, todos los años se saldan con la muerte de alguna persona mientras practica submarinismo. El vehículo, un BMW, tenía las llaves de contacto puestas y en su interior únicamente hallaron su cartera, su documentación y una bolsa con una de sus aletas de buceo.

Tanto la Guardia Civil, como Salvamento Marítimo mantuvieron durante varios días el dispositivo de búsqueda por mar y por tierra y no se escatimaron esfuerzos ni recursos, helicópteros Helimer Andalucía, embarcaciones, un remolcador y dos patrulleras, buzos. Mientras “el bueno” de Jenaro ya se encontraba tranquilamente al otro lado del Atlántico.

Jenaro, el desaparecido, empresario gaditano, contaba con 41 años en el momento de su desaparición. Es hijo de un conocido graduado social de Cádiz, que tiene un gabinete de asesoramiento jurídico en la avenida principal. Aquí trabaja y también lleva la gestión de temas inmobiliarios. Jenaro está casado y tiene un hijo de corta edad. Su familia recordó que Jenaro era un gran aficionado a la pesca, tanto con caña como submarina, y no perdieron la esperanza de encontrarle con vida, aunque sospechaban que, al ser diabético y con recientes problemas con el azúcar, podría haber sufrido algún desvanecimiento y podría haber caído al mar.

Aproximadamente un mes después de su desaparición comenzaron a llegar denuncias a la Comisaría Provincial del Cuerpo Nacional de Policía. Varios acreedores e incluso una entidad bancaria reclamaban distintas cantidades dinerarias a la empresa propiedad de Jenaro, vinculada al sector de la construcción. Los reclamantes, unas 15 empresas en total, pedían que se les devolvieran diversas cantidades que Jenaro les adeudaba, cantidades que podrían oscilar entre los 2.000 y los 240.000 euros. Esos 240.000 euros, al parecer, era una deuda contraída con una entidad bancaria que le financió una promoción de viviendas en Cádiz. A raíz de estas denuncias los agentes del Cuerpo Nacional de Policía activaron una búsqueda internacional del desaparecido.

El rumor corrió como la pólvora. Muchos pensaban que Jenaro estaba vivo y que no había perecido en ningún accidente en el mar y que su huida era signo de que se trataba de un caradura sinvergüenza, que no dudó en escapar tras cometer numerosas estafas. La familia, por su parte, vivió la desaparición con desesperación. No sabían nada sobre su paradero y, además, comenzaron a llegarles noticias y rumores sobre su posible fuga al extranjero. A pesar de la dureza de una posible muerte en el mar, la familia siempre confió en que ninguno de esos rumores fueran ciertos y que Jenaro habría perdido la vida mientras pescaba.

Pero lo cierto es que Jenaro había huido y todo parecía indicar que fueron sus numerosas deudas las que le hicieron escapar dejando al descubierto una gran mentira, la gran mentira de su posible desaparición y muerte en la orilla del mar. Jenaro huyó en abril de 2008 dejando tras de sí un descubierto que podría alcanzar algunos cientos de miles de euros. Al parecer, había dejado de pagar varias deudas contraídas en sus negocios y además, supuestamente, habría cometido diversas estafas, también a través de sus empresas. De ese dinero no pagado o no devuelto pudo salir la cantidad que Jenaro se llevó en su huida.

La investigación de las circunstancias que rodearon la desaparición de Jenaro llevaron a la Policía a establecer distintas hipótesis. O bien quiso quitarse voluntariamente la vida agobiado por las deudas que había contraído, o bien había fingido un accidente en el mar para huir de la acción de sus acreedores y de la justicia o simplemente había fallecido ahogado debido a algún incidente y su cuerpo fue arrastrado por las corrientes marinas que suelen ser frecuentes en la zona en la que supuestamente pescaba. Desde la Unidad de Delincuencia Especializada y Violencia (UDEV) de la Brigada Provincial de Policía Judicial de la Comisaría Provincial se iniciaron las investigaciones mediante el interrogatorio de los familiares, amigos y de los denunciantes que le reclamaban las diversas cantidades de dinero. Las pesquisas en el entorno de Jenaro no proporcionaron indicios que pudieran confirmar algunas de las hipótesis, por lo que se vieron obligados a ampliar aún mas la búsqueda recurriendo a instancias internacionales (Interpol), dado que se llegó a sospechar de la posibilidad de que Jenaro hubiera viajado a Puerto Rico (Estados Unidos) o a México, dado que, al parecer, Jenaro había tenido en algún momento socios afincados en Puerto Rico y algunos familiares residían en México. Las investigaciones en ambos lugares tampoco arrojaron ningún tipo de luz sobre el paradero del desaparecido.

Otra vía de investigación abierta por la Policía era la posibilidad de que, si Jenaro efectivamente hubiera muerto accidentalmente, su cuerpo podría ser arrastrado por las corrientes marinas hasta las costas de Marruecos, así que se establecieron vías de comunicación con las autoridades marroquíes, a las que facilitaron el perfil genético del desaparecido para que pudieran ser confrontados en el caso de que apareciera algún cadáver en esas costas.

A pesar de todo ello, el dato de las numerosas deudas económicas contraídas por Jenaro hacía orientar a los investigadores hacía las hipótesis de la marcha voluntaria o la del suicidio. Además, los agentes tuvieron en cuenta el detalle de que Jenaro había manifestado que ese día pescaría con caña, no haría pesca submarina, por lo que las posibilidades de sufrir o de que hubiera sufrido un accidente se reducían, aún cuando siempre existía la posibilidad de que el accidente lo hubiera sufrido en tierra y de alguna manera terminara cayendo al mar.

Por otra parte, determinadas circunstancias personales de Jenaro lo único que añadieron fue algo mas de confusión a la confusión inicial, dado que el que su mujer estuviera esperando un hijo no cuadraba con el perfil de alguien que pretendiera fugarse o suicidarse. En los primeros momentos de la investigación la Policía tenía ante si un buen misterio por resolver.

Mientras todo esto ocurría aquí, en España, Jenaro ya había fijado su residencia en Paraguay. No se sabe con exactitud cual fuera el tipo de vida que Jenaro llevó en Asunción durante los varios meses que duró su desaparición y fuga. Al parecer, son suposiciones, Jenaro consiguió de alguna forma documentos falsos de identidad paraguayos a nombre de un tal “Alvaro Domeq” y trató en dicho país de montar algún tipo de negocio relacionado con la hostelería, que finalmente no fue capaz de llevar a buen término. Llevó, según parece, un ritmo de vida relativamente alto y sus problemas comenzaron cuando se le fue acabando el dinero. Otras fuentes no han dudado en señalar que su vida en Paraguay fue bastante dura y que llegó a ser plenamente consciente de que su familia lo estaba pasando realmente mal por su culpa. Jenaro, fuera por una u otra causa, decidió poner fin a su aventura y regresar a España después de mantener numerosas negociaciones con la policía española.

Jenaro se puso en contacto telefónico con un amigo al que explicó donde se encontraba y le manifestó su deseo de volver para presentarse ante las autoridades judiciales españolas a fin de resolver los asuntos que estuvieran pendientes contra su persona. La comunicación fue detectada por los investigadores, que iniciaron los contactos necesarios para lograr el regreso del huido, sobre el que pesaba, desde el momento de su desaparición, una reclamación judicial del Juzgado de Instrucción 2 de Algeciras.

Los agentes del Cuerpo Nacional de Policía habían proyectado el regreso de Jenaro con un itinerario prácticamente idéntico al que había tomado un año y medio antes. De Asunción (Paraguay) retornaría a Sao Paulo, llegaría a Frankfurt (Alemania), donde haría escala, para finalmente dirigirse hacia el aeropuerto de Jerez de la Frontera, donde estarían esperándolo varios agentes de la UDEV de la Comisaria Provincial de Cádiz, pero un cambio de última hora obligó a Jenaro a viajar en un vuelo que le traería directamente de Sao Paulo a Madrid y desde ahí viajaría finalmente hasta Jerez.

Jenaro aterrizó el pasado miércoles 12 de agosto en el aeropuerto de Barajas. Según los que pudieron verlo se encontraba muy desmejorado, había perdido varios kilos de peso, tenía barba de varios días y una coleta. Fue localizado cuando hacía su entrada en la terminal 4 del aeropuerto procedente de Brasil. Había estado 16 meses huido. Pero la detención no se hizo esperar y Jenaro fue interceptado cuando aún se encontraba en el aeropuerto de Madrid.

Fue detenido y puesto a disposición del Juzgado de Instrucción de Guardia de Madrid. Después de ser oído en declaración por el juez, con la asistencia de un abogado del turno de oficio, Jenaro fue informado de los requerimientos que pesaban sobre él y que habían sido ordenados por los juzgados de Algeciras y Cádiz, entre ellos varias causas por estafa, apropiación indebida y falsedad documental. Posteriormente, por orden del juez, ingresó en el centro penitenciario Madrid V, situado en la localidad de Soto del Real en calidad de detenido, y no en prisión provisional, según aclaró su abogado. En dicho centro permanecerá a la espera de prestar declaración ante los jueces de instrucción de Algeciras y Cádiz.

Por fin, Jenaro está en manos de la Justicia y la policía ha dado por finalizada la investigación.

Toda esta rocambolesca historia podría ser perfectamente el argumento de cualquier cinta cinematográfica, de hecho ¿quien puede afirmar que Jenaro no se inspiró para llevar a término esta aventura en la serie “Caída y auge de Reginald Perrin”?.




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