12/1/08

Ángel Gutiérrez Villalobos —Intendente Mayor de la Policía Local—


FUENTE: EL FARO



Ángel Gutiérrez, nacido en Puertollano pero con genes y crianza algecireños, asume a sus 38 años el puesto de Intendente Mayor de la Policía Local ocho años después de ingresar en el cuerpo municipal por oposición. Su tarea será coordinar esfuerzos para poner en práctica la reestructuración de personal que está experimentando la Jefatura local con la arrancada del año.

—¿Es usted policía por vocación?
—No soy policía. Trabajo de policía. Ejercer este puesto me encanta y me realiza, pero no aspiro a jubilarme haciendo esto. Podría hacer muchas cosas interesantes y útiles además de ser policía.
—¿Cómo se ganaba la vida antes de entrar en el Cuerpo, ya con 30 años?
—Tuve la suerte de que mi familia me pudo costear unos estudios fuera de casa. Estudié empresariales en Córdoba, pero nunca me llamó la atención el mercado puro y duro. Hice la prestación social en Córdoba, en un centro con personas para deficiencia mental mientras acababa la carrera y acabé de gerente de una asociación con 16 centros gestionados, entre ellos centros ocupacionales, de educación especial, residencias, etc., en una empresa privada con más de 100 trabajadores, un trabajo en el que mucha gente se autodefine como vocacional. Yo no lo sentía así, pero estaba superrealizado. Estuve en aquello hasta 1997.
—¿Por qué dejó todo aquello?
—Tenía la sensación de que se ganaba poco y echaba muchas horas al día, y buscando abrir nuevos horizontes pasé a la Federación de Minusválidos Físicos de Córdoba, con un puesto mucho más especializado, pero lo dejé al poco tiempo para echar un cable en la empresa familiar de mi padre.
—¿Y cómo entró en la policía?
—Salió una plaza para suboficial Policía Local. Me la preparé pero no salió. Luego salió la de intendente y estudié durante año y medio. Estaba en 96 kilos totalmente fofo y me quedé en 73. Obtuve la plaza y desde el año 2000 permanezco aquí.
—¿Le resultó difícil ejercer un cargo en la Policía sin experiencia anterior?
—Cuando entré pensaba que sí, que tendría dificultades, por ser un colectivo corporativista. Pepe Medina, el superintendente, ha sido policía, suboficial, oficial, inspector y ahora superintendente. Esas fases me las he perdido. Pero para nada, la gente me recibió muy bien.
—¿Quién fue su mayor apoyo en aquellos momentos?
—Tuve una gran suerte por los compañeros y sobre todo con los jefes, he podido aprender mucho. Rafael Jiménez Camino es auténtica institución de las policías locales de Andalucia. Pasó 24 años como jefe en Algeciras, un auténtico mito. Pepe Medina es un gran jefe, y un amigo, pero Jiménez Camino, para mi, tenía la etiqueta de maestro. Es una suerte haber estado con él. En los cuatro años que coincidimos, se encargó de enseñarme y transmitirme.
—¿Cuál es el aspecto más gratificante de ejercer en la Policía?
—Este es un trabajo en que el final trabajas con personas y para personas, y, además, lo haces desde la cercanía. Cuando trabajas en un ministerio es igual, pero con un trato mucho más lejano, desde la distancia. Le pongo un ejemplo. Cuando voy a la calle para ir al despacho de la delegada de Seguridad y Protección Ciudadana, Cristina Garrido, me para gente por la calle para preguntarme por algo. Otra parte buena de este trabajo es que no paras de aprender. Siempre están saliendo cosas nuevas.
—¿Y la parte negativa?
—La peor parte de trabajar aquí es que hay relaciones personales que se pierden con la relación profesional. Aquí me toca discutir, porque esto es un cuerpo jerarquizado, un cuerpo armado y civil, pero jerarquizado. Hay momentos en los que no cabe la discusión, mandas. En ese momento, hasta mi tono de voz cambia (risas). Las órdenes tienen que ser precisas y concretas. Y a veces a un amigo le tienes que hacer un expediente profesional. Eso en la empresa privada ocurre de otra manera.Para el policía de la calle, todo lo que es labor represiva es duro. Nadie le agradece a un policía que ponga seis multas en la avenida Virgen del Carmen y libere el tráfico.
—A nivel familiar, ¿cómo se asimila el grado de responsabilidad y la disponibilidad que exige el cargo?
—Estás disponible y con el móvil abierto 24 horas. Eso el policía de a pie no lo tiene. Trabajas tus ocho horas y te vas a casa.Pero él también tiene sus problemas. La familia lo asume, no tiene más remedio. Provoca discusiones de vez en cuando, pero forma parte de las condiciones que se firman el primer día (risas). A veces me voy de paseo con la mujer y la niña y de repente me encuentro cuatro llamadas perdidas.
—¿Qué va a cambiar con la nueva reestructuración?
—El principal valor es que la Policía de Barrio lo sea durante 24 horas. Estaba muy reforzado el contacto con las asociaciones vecinales y las demandas que se solicitaban para el horario de lunes a viernes durante el día. Están todos los policías en la misma unidad, lo que evita conflictos y da una mayor capacidad de respuesta. Además, refuerza el servicios de las noches y los fines de semana.
—¿Qué significa para el Cuerpo la nueva Jefatura?
—Puede suponer un cambio a la hora de trabajar y en el modo en que el ciudadano concibe los servicios. Mientras nos reuníamos con el arquitecto veíamos la escala real que iban a suponer estos cambios. El hecho de contar con una sala de reuniones en cada departamento para reunirte con los mandos y que los policías que vienen de servicio rellenen el servicio en una tarjeta con firma electrónica que supervisará un oficial es una prueba de ello. Será una forma de trabajar distinta, con más espacios y más medios.



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