21/2/07

CONFLICTO EN POLICIA LOCAL DE CADIZ

La voz Digital

Conflicto en la Policía Local
MANUEL J. RUIZ TORRES
La negociación del convenio de la Policía Local en Cádiz ha llegado, en estos días, a una situación insostenible. El ciudadano percibe principalmente las consecuencias del conflicto, en el que la Policía, con una actuación más inmediata en la calle, está injustamente más expuesta a las críticas, porque se enjuicia más los síntomas de un problema que sus causas. Creo que, para ser justos, habría que diferenciar entre lo que es un conflicto laboral concreto, con todas las peculiaridades de los afectados, agentes del orden, de la situación anómala provocada por coincidir un elevado número de bajas médicas con el fin de semana de mayor trabajo policial en la ciudad.
Vayamos por partes. Los policías locales, como parte de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, no pueden ejercer en ningún caso el derecho de huelga pero sí tienen plenos derechos sindicales, incluso el de integrarse en sindicatos de clase, algo prohibido para los policías nacionales. Afrontan, así, una negociación colectiva con menos instrumentos para contrarrestar el poder del empleador, en este caso, el Ayuntamiento. E, incluso, por su propio trabajo, que les obliga muchas veces a reprimir infracciones de otros ciudadanos, no cuentan siempre con la simpatía incondicional de los otros trabajadores, tan comprensivos con huelgas de basuras, de transportes en vacaciones o con los cortes del puente. Baste leer el Foro que sobre este asunto hay abierto en lavozdigital.es: muchas de las críticas que reciben son viejos ajustes de cuentas por multas o rechazos a actitudes engreídas de esa minoría que ensucia siempre los colectivos. El trabajo de la mayoría de los policías locales de Cádiz es muy profesional, integrado en la ciudad, casi siempre servicial, muchas veces ingrato y, hay que decirlo, mal pagado. Suponiendo que fuera cierta esa cifra de 1.800 euros dada por el concejal de Personal, Ignacio Romaní, el trabajo sigue estando mal pagado. Sorprende que alguien del mismo grupo popular que tantos reparos pone a hacer públicos sus ingresos, no los tenga para comunicar los de los demás. ¿No es eso echarles encima a la ciudadanía para presionar en una negociación? Pero incluso para que algunos policías lleguen a esa cifra hacen falta, según diversos testimonios, turnos de hasta dieciséis horas. ¿A cuánto se pagan, en una fábrica, los festivos o la nocturnidad?
Cuando surge el actual conflicto se llevan nueve meses negociando el convenio. Sin acuerdo. Parece simplista culpar de ese desacuerdo sólo a los sindicatos. Últimamente, se ha propuesto sacar del convenio, para negociar aparte, sus partes más espinosas: la productividad, la más baja del Ayuntamiento, y la reclasificación funcional. Romaní se ha negado. En el otro lado, prohibida la huelga o cualquier acción concertada para alterar el funcionamiento del servicio, ¿qué queda? Y si se está negociando con la baza de que, en cualquier caso, se obligará a mantener el funcionamiento del servicio, ¿no se incurre también en presión, bajo esa amenaza, a los policías locales para que acepten el convenio que quiera el Ayuntamiento? Así define el diccionario el chantaje, aunque esa palabra sólo la he escuchado para acusar a los policías locales. Éstos se pueden quejar, con razón, de que parece que a los demás trabajadores sus condiciones de trabajo no les afectan. Y aquí sí que merecen recibir nuestro apoyo.

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